y es por tí por quien oraba
en aquella iglesia del pueblo hasta los santos lloraban
por ver llorar mi alma que por ti se desgarraba.
Las velas y los sirios con los cuales yo me alumbraba,
acusaron mi dolor y también unas lágrimas rodaban.
Ya amanece en aquel poblado,
pues los gallos replicaban,
ya la aurora está llegando
-oiga usted señor
ya no siga usted llorando,
pues tal ver nuestro señor ahora sí lo está escuchando-
Ya toda la gente del pueblo decía
de aquel pobre infeliz que sufría.
Sí, sufría porque el quería
porque habiendo tantas mujeres en el mundo el moría de idolatría,
por una hermosa y majestuosa mujer que tal vez a él no amaría.
Hoy ha pasado el tiempo, los años y tal vez lo siglos
y aun en aquella iglesia del pueblo
un anciano sigue llorando,
y ha pasado mucho tiempo,
sí, aún la sigue esperando.
Águila Blanca